lunes, 29 de enero de 2018

RÍOS (1). Sistemas naturales y complejos

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A decir verdad, un río no es “una corriente continua de agua”. De hecho, en zonas de clima mediterráneo algunos ríos desaparecen parcialmente en el estío. Lo que define a un río es su aptitud para conducir agua -captándola o cediéndola- dentro de un sistema más amplio, que puede incluir afluentes, lagos, lagunas, turberas, pantanales, manantiales y acuíferos subterráneos.

El río Guadiana Viejo forma parte de un complejo sistema hidrológico de lagunas fluviales integrado en el Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera (Ciudad Real, Albacete)

Dicho de otro modo: río es un flujo de agua -más o menos permanente- circulando por un lecho natural conectado a una cuenca hidrológica. El concepto de conectividad (conexión) es esencial cuando hablamos de ríos…y eso es algo que a menudo se ignora, se olvida, o se acalla.

Ribera del Ebro y viñedos. Haro (La Rioja)

Cualquier río es un sistema abierto, dinámico y fluctuante
Es abierto porque está conectado a otros sistemas (cuenca hidrológica, ecosistemas de ribera, relieve, atmósfera…) con los que interactúa. Es un sistema dinámico porque experimenta frecuentes cambios (p.ej. en la física, química y ecología de sus aguas) tanto en el espacio como en el tiempo. Y es un sistema fluctuante porque sus variables (caudal, energía, sedimentos…) oscilan dentro de unos límites ligados a períodos temporales y a volúmenes de precipitación. Las fluctuaciones se dan a lo largo del año entre situaciones extremas de crecida y estiaje. Y a lo largo de los años en función de ciertas oscilaciones del clima, de modo más marcado en ambientes mediterráneos.


Mezcla de aguas en el río Dora di Veny. 
El flujo lechoso procede de la fusión de un glaciar. 
Val Veny, Alpes (Italia)

Geológicamente los ríos son agentes muy dinámicos
El agua que contienen es un fluido disolvente que se carga de energía al descender desde territorios elevados. La consecuencia es que, a su paso, los ríos erosionan, diluyen y transportan muy diversas materias (arcillas, limos, arenas, gravas, cantos rodados, bloques pétreos, restos orgánicos, contaminantes humanos). Y depositan esos materiales cuando la energía de sus aguas se desvanece o el porcentaje de sedimentos alcanza en ellas cierta saturación.

Tanto el acarreo como el depósito de materiales pueden suceder a la vez, especialmente en los tramos alto y medio del curso fluvial. También llegan a ser simultáneos en el tramo bajo durante las crecidas.

Fondo plano de valle glaciar con el Río de Las Vueltas trazando meandros. El Chaltén. Patagonia (Argentina)

Para constatar ese contrapunto entre arrastre y sedimentación contemplemos el meandro (curva) de un cauce fluvial. Mirando corriente abajo la curva de un río descubrimos que el agua socava su orilla más larga (orilla externa) mientras que abandona restos en la orilla más corta (orilla interna) ¿Por qué?

Cuando el agua de un río toma una curva, igual que sucede a un automóvil, tiende a moverse hacia fuera de la curva, sufre un desplazamiento centrífugo…como la ropa en una lavadora con centrifugado. Esa energía activa la erosión hacia la orilla externa permitiendo la descarga de materiales en la orilla interna.

Río Cinca y su llanura de inundación en Aínsa. Pirineo Aragonés (Huesca)

Geomorfológicamente los ríos son muy activos modelando el relieve
Durante las avenidas o crecidas amplían enormemente la anchura y profundidad de su lecho circulando sus aguas con mayor velocidad y volumen. Durante esos episodios los ríos marcan el límite máximo de sus territorios, de modo más patente en las llanuras aluviales o de inundación. Llanuras que, por otra parte, se cargan de sedimentos minerales finos y materia orgánica al descender el nivel del río tras la inundación. Los suelos de las riberas son por ello muy propicios al establecimiento de una frondosa vegetación natural -llamada vegetación riparia- que en su máxima expresión genera bosques. Esa vegetación y la amplitud de la zona inundable contribuyen a reducir la velocidad de las aguas durante las riadas moderando su poder erosivo. Cuando se canaliza un río o se urbaniza su ribera se altera drásticamente la geomorfología del territorio fluvial -que controla y se adapta a las crecidas- esto suele acarrear consecuencias nefastas, en ocasiones dramáticas.

Soto fluvial en la ribera del Ebro (La Rioja)

Ecológicamente, los ríos son flujos de agua y vida
Sirven de corredores en los que habitan y transitan especies, y se dispersa su descendencia. En su fluir generan ecosistemas de trazado longitudinal íntimamente vinculados al agua, como bosques galería y sotos de ribera que aportan altas dosis de biodiversidad, de modo muy destacable en paisajes del ámbito mediterráneo donde su presencia acentúa el efecto borde (ecotono) en contraste con la vegetación que los flanquea, adaptada a la sequedad en parte del año. Ese efecto -muy intenso para la limitada anchura que suelen mostrar los ríos mediterráneos- se multiplica a lo largo de su curso, durante decenas o centenares de kilómetros, en contacto con una gran variedad de territorios, muchos de ellos con escasa presencia de arbolado o dominados por vegetación perennifolia.

Alisos (Alnus glutinosa) en bosque galería del río Lozoya (Madrid)

Además, la sección que atraviesa un río de orilla a orilla secuencia una considerable variedad de hábitats terrestres y acuáticos, estos se suceden en una zonación que atiende a la disponibilidad gradual de agua desde el suelo de las riberas al lecho fluvial.

Los ríos resultan muy activos en la generación, propagación y mantenimiento de vida. Igualmente, son capaces de recuperarse tras sufrir episodios de devastación natural, de degradación artificial, o la suma de ambos.

Ciudad de Zamora junto al río Duero (Zamora)

La actividad humana es la principal causa de degradación ecológica de los ríos
Sus aguas permitieron el asentamiento agrícola de nuestra especie. Hoy, en la mayor parte del mundo crecen los poblados ribereños y con ellos el volumen de sus desechos, hasta dejar de incorporarse a los ciclos de la materia en la explotación agraria. En consecuencia, los ríos se usan de cinta transportadora que diluye y aleja residuos agrícolas, urbanos e industriales…en unas aguas que -a su vez- siguen siendo vitales para el abastecimiento humano.

Infinidad de cauces y riberas fluviales han sido intensamente explotados y desnaturalizados alterando su estructura paisajística, su funcionalidad ecológica y su dinámica hidrológica. Entre las actuaciones más dañinas destacan:


• Eliminación de la vegetación natural riparia o ribereña.

• Transformación de riberas en vegas.
• Ocupación urbana o industrial del suelo de las riberas.
• Remoción de lechos y orillas con maquinaria pesada.
• Extracción de arenas y grava para construcción.
• Instalación de diques y presas.
• Canalización de tramos fluviales.
• Tendido de vías de comunicación en paralelo a los cursos (carreteras, líneas férreas).


Río Guadarrama canalizado, a su paso por Collado Villalba (Madrid)

Durante el siglo XX surgieron iniciativas para regenerar ríos depurando aguas residuales antes del vertido y eliminando canalizaciones de lechos fluviales hasta recuperar su vegetación natural. La tendencia es creciente y en la actualidad asistimos a nuevos intentos, uno de ellos lo analizaremos en el capítulo siguiente…



PRÓXIMO CAPÍTULO:
RÍOS (2). Degradación y renaturalización del río Manzanares


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